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Comunicación Animal + Aplicaciones Humanas Análogas (página 2)




Enviado por Germ�n Ghio



Partes: 1, 2

Las ondas sonoras o
vibraciones se propagan a través del aire (y
también de otros elementos). Constan de tres
propiedades  que son: frecuencia,  amplitud y
timbre
, lo que confiere al sonido percibido
distintas características.

 Frecuencia: Cantidad de ondas sonoras por 
segundo que determinan el tono  que la persona oye. Una
frecuencia elevada da lugar a sonidos  agudos, en cambio, la
frecuencia baja da lugar a sonidos graves. El oído
humano es sensible a un margen de frecuencia entre 20
y 20000 Hz, mientras que ciertos animales como el
perro captan frecuencias más elevadas.

Amplitud: Representa la cantidad de energía en
cada onda medida por la altura de la misma y determina la
intensidad del sonido. Está relacionada con la amplitud de
la onda sonora y la energía que transporta. Una
conversación normal puede tener 60 decibeles,
mientras  que el ruido
producido  por un  tren subterráneo 
corresponde a 110 decibeles. Alrededor de 120 decibeles la
percepción auditiva  es  dolorosa
y  aturde a tal punto que se distorsiona. La intensidad
mínima audible para el oído humano se sitúa
entre  10-20 decibeles.

Timbre: Es un atributo del tono y está
relacionado con la pureza y  combinación de
éste ya que la mayor parte  de los tonos (al igual
que sucede  con los colores) no son
puros sino combinaciones de ellos. El timbre es la cualidad del
sonido que permite distinguir dos sonidos de igual tono emitidos
por distintos instrumentos.

El aparato auditivo se suele  considerar en una 
triple división del oído: Oído
externo,  oído medio y oído
interno.

Oído Externo: El oído externo es
la parte del aparato auditivo que se  encuentra en
posición lateral al tímpano. Comprende la oreja y
el conducto auditivo externo, que mide tres centímetros de
longitud. El pabellón de la oreja nos ayuda a determinar
de donde procede el sonido. El canal auditivo (donde se puede
acumular la cera) funciona  como un conducto para el
sonido.

Oído Medio: El oído medio se
encuentra situado en la cavidad timpánica llamada caja del
tímpano, cuya cara externa está formada por el
tímpano, que lo separa del oído externo. Incluye el
mecanismo responsable de la conducción de las ondas
sonoras hacia el oído interno. Es un  conducto
estrecho, que se extiende unos quince milímetros en un
recorrido vertical y otros quince en recorrido horizontal. La
impedancia del oído es mucho más alta que la del
aire y el oído  medio actúa como un
transformador adaptador de impedancias que mejora  la
transferencia de potencia. Hay una
cadena formada por tres huesos 
pequeños y móviles que atraviesa el oído
medio. Estos tres huesos reciben los nombres de martillo, yunque
y estribo. Los tres conectan  acústicamente el
tímpano con el oído interno, que contiene un
líquido. El tímpano o membrana timpánica:
forma una superficie tensa, como la  piel de un
tambor, que convierte el sonido en
vibración.

Oído interno: El
vestíbulo posee dos orificios (las ventanas oval y
redonda) tapados por sendas membranas. La ventana oval
está unida al estribo y recibe de él sus
vibraciones. La cóclea se divide longitudinalmente por la
membrana basilar, sobre la que se asientan los filamentos
terminales del nervio auditivo. Cuando el estribo empuja la
ventana oval, se produce una sobrepresión en la parte
superior de la cóclea que obliga a circular el fluido
linfático hacia la cavidad inferior a través del
helicotrema, mientras que la membrana basilar se deforma hacia
abajo. Finalmente, la membrana elástica que cierra la
ventana redonda cede hacia afuera.

Cuando el estribo se mueve hacia la izquierda y la derecha,
aumentando y disminuyendo la presión
del líquido contenido encima de la membrana basilar,
aparece una onda que se desplaza de izquierda a derecha a lo
largo de la membrana. Esta onda puede visualizarse como un
movimiento de
traslación hacia arriba y hacia abajo de la membrana. Su
velocidad de
avance depende de la frecuencia y de las características
de la membrana basilar. En algún punto de la cóclea
la velocidad es cero. Cerca de ese punto, la membrana oscila
hacia arriba y hacia abajo con mayor fuerza y
absorbe la energía de la onda. Cada punto de la membrana
basilar responde así a una determinada frecuencia.

Cuando el oído recibe un sonido con varias frecuencias,
cada una de ellas excita un punto en la membrana basilar, de modo
que el cerebro puede
interpretar además de la altura del sonido su timbre, sin
más que discernir qué terminaciones nerviosas
fueron excitadas y con cuánta intensidad. Es decir, el
oído interno funciona como un analizador de sonidos.

2.2. LAS CUERDAS VOCALES Y LA PRODUCCIÓN DEL
SONIDO

El proceso
básico de producción de la voz es el mismo para
hablar y cantar. El cerebro envía señales
a través del sistema nervioso
central a los músculos de la laringe, cuello y
tórax acompañado de un flujo de aire a
través del tracto fonatorio obteniendo finalmente la
voz.

La voz se define estrictamente como la
producción de sonidos por las cuerdas vocales, por un
proceso de conversión de energía
aerodinámica, la cual es generada en el tórax, el
diafragma y la musculatura abdominal, a una energía
acústica originada en la glotis. El principio fundamental
en la producción de la voz es la vibración de las
cuerdas vocales, debido a un acoplamiento y modulación
del flujo de aire que pasa a través de ellas generando su
movimiento. La eficacia en la
transformación de energía esta dada por la
tensión y la configuración glótica. Hablar
se definiría como el resultado del sonido generado en la
laringe y modificado por la resonancia de las estructuras
supraglóticas.

Las teorías
que definen el proceso de la voz son: la teoría
mioelástica aerodinámica y la teoría cuerpo
cubierta. La teoría mioelástica hace alusión
al control
neuromuscular de la tensión y la elasticidad de
las cuerdas vocales. Durante la fonación las cuerdas
vocales se encuentran en aducción, tensas y
contraídas creando una presión subglótica
que genera una fuerza ascendente que moviliza las cuerdas vocales
en sentido lateral. La teoría aerodinámica se basa
en tres principios
fundamentales, el primero es el paso de aire de una región
de mayor presión a una de menor presión, el segundo
hace referencia a la presión de aire la cual disminuye a
medida que aumenta la velocidad del aire y finalmente la
velocidad del aire aumenta a medida que disminuye el
diámetro de la vía por la que fluye.

El proceso se inicia cuando las cuerdas vocales se encuentran
en aducción y forman un conducto supra y
subglótico. El aire generado por los pulmones se acumula
en la subglotis llevando a una diferencia de presión con
la supraglotis produciendo una fuerza ascendente que abre las
cuerdas vocales.

El movimiento originado se debe a la propagación del
movimiento vibratorio por el paso del aire a través de la
glotis extendiéndose a toda la estructura
desde el borde inferior de la glotis al borde superior
(Figura1)

Figura 1. Onda de desplazamiento en la
glotis

Posteriormente se combinan varias fuerzas para llevar
nuevamente al cierre glótico. La primera se basa en el
principio de Bernoulli,
donde se genera una presión negativa al paso del aire
desplazando medialmente las cuerdas vocales, desde el borde
inferior al borde superior de los pliegues. La segunda es una
fuerza pasiva de las cuerdas que tiene como función
devolver las estructuras a su posición. Finalmente la
tercera, el escape de aire glótico que produce
disminución de la presión subglótica
reposicionando los tejidos, cerrando
la glotis y creando nuevamente una presión
subglótica alta y el inicio de un nuevo ciclo
glótico (Figura 2).

Figura 2. Movimiento de las cuerdas
vocales durante el ciclo glótico. A. Vista superior. B.
Corte coronal.

La teoría cuerpo cubierta determina las
características estructurales de las cuerdas vocales
identificando dos capas principales. Una cubierta, formada por
epitelio y la capa superficial de la lámina propia, la
cual es flexible y elástica. El cuerpo conformado por la
capa intermedia y profunda de la lámina propia y el
músculo, es rígido y posee propiedades
contráctiles. La base fundamental en el funcionamiento de
la cuerda vocal en la producción de la voz, se basa en el
acoplamiento de la cubierta con el cuerpo en la
contracción muscular. La propagación de movimiento
vibratorio de apertura y cierre de la mucosa de las cuerdas
vocales desde el borde inferior al borde superior, se llama Onda
mucosa.

Las características de la onda generada por movimiento
y vibración dependen de la tensión, presión
subglótica, contracción y musculatura de la cuerda
vocal, las cuales originan la frecuencia fundamental durante la
producción de la voz. Esta frecuencia está dada por
el rendimiento tonal, medido en Hertz (número de ciclos
por segundo). La intensidad de la voz está determinada por
la presión subglótica y la compresión de la
cuerda vocal representada por el rendimiento vocal.

Otras características importantes que actúan
sobre el rendimiento vocal y tonal son la viscoelasticidad de los
tejidos, el grado de apertura glótica, la rigidez y la
masa muscular, relacionándose entre sí para
modificar el tono y la intensidad vocal.

El proceso de generación de la voz es complejo y
secuencial, requiere un acoplamiento de componentes
estruc-turales, flujo de aire y presión, los cuales crean
como producto final
la voz, la cual es modificada por la interacción de las características
intrínsecas de las cuerdas, la función pulmonar y
las estructuras de resonancia de la vía aérea
superior.

3.
COMUNICACIÓN EN CETÁCEOS

3.1. LOS DELFINES

Todos los animales de una misma especie, aún los
más elementales, se comunican entre sí. Las
señales que emiten son reconocidas por sus
congéneres. En los animales sociales dotados de un alto
psiquismo, como los cetáceos, estos mensajes son
múltiples.

En el caso de los delfines los
más importantes son los de naturaleza
táctil (toqueteos, caricias, en especial amorosas), visual
(posiciones, saltos) y, por supuesto, auditiva. Por el contrario
los cetáceos no tienen prácticamente olfato: sus
conductos respiratorios poseen muy pocas células
sensoriales, y los lóbulos olfativos de su cerebro
están atrofiados.

Los mensajes sonoros, por su parte, están tan
individualizados, son tan regulares, tan divididos en secuencias
con preguntas y respuestas, que no podemos sino definirlos como
lenguaje. Los
delfines emiten sonidos infinitamente variados (silbidos,
ronquidos, gruñidos, tintineos, tamborileos, etc.),
utilizan para ello su faringe, pero las ondas sonoras que
utilizan son amplificadas por los tejidos adiposos de su cabeza.
Elaboran sonidos de una frecuencia comprendida entre 100 y
150.000 hercios (el hombre
sólo percibe los que se sitúan entre 100 y 15.000
hercios).

Reciben los ecos de estas emisiones por un orificio auditivo
minúsculo, cuya impermeabilidad durante las inmersiones
está asegurada por un grueso tapón de cerumen.
éste conduce, sin embargo, perfectamente las ondas
mecánicas, ya que los animales están dotados de un
oído prodigioso.

Los sonidos emitidos por los delfines les sirven tanto para
dirigirse como para intercambiar mensajes. Cuando el
delfín quiere orientarse en aguas turbias o durante la
noche, empieza por emitir sonidos de frecuencia baja, cuyos ecos
le dan una idea del panorama general en el que va a
evolucionar.

Posteriormente, balancea la cabeza de un lado a otro,
produciendo sonidos de frecuencias más alta, esto
significa que intenta encontrar los obstáculos de
dimensiones más pequeñas. La exactitud de este
sonar sorprende todavía a los especialistas: los delfines
son capaces de detectar incluso a varios metros de distancia un
hilo de cobre que no
exceda los 0,2 milímetros de diámetro.

Los delfines necesitan comunicarse entre sí. Son muy
capaces de imitar un gran número de sonidos que no
acostumbran emitir. Los pequeños de esta especie aprenden
verosímilmente la lengua.
Reciben consignas por parte de los adultos, que comprenden,
memorizan y aplican. Los adultos saben informarse entre sí
acerca de la proximidad del peligro y sobre las tácticas
apropiadas para enfrentarlo.

No existen pruebas
definitivas de que los delfines hablen tan claramente como los
humanos, pero hay numerosas hipótesis. Después de todo, para
traducir el lenguaje
del delfín al lenguaje humano tendríamos que poseer
claves, de las que no disponemos hoy y probablemente
nunca.

3.1.1. La Vida Social

Los delfines son animales eminentemente sociales; privados de
la compañía de sus semejantes languidecen. Un joven
delfín retirado de su madre y del rebaño no
adquiere el lenguaje ni el
conocimiento de su especie. Es incapaz de sobrevivir en
libertad.

El rebaño típico se compone de varias hembras
maduras acompañadas por su cría del año, de
un cierto número de jóvenes inmaduros de ambos
sexos y de uno o varios machos dominantes. Los jóvenes
machos sexualmente maduros son, por lo general, apartados de la
gran familia y se
reúnen en grupos antes de
probar su suerte individualmente e intentar imponerse como
productores de un rebaño familiar junto con otro macho
dominante.

La vida en grupo tiene
muchas ventajas. Una de ellas es que permite asegurar la defensa
colectiva de los individuo, en
especial la de los jóvenes. Los principales enemigos de
los delfines son los tiburones. Estos atacan a las crías,
a los enfermos o a los heridos. Cuando aparecen los escualos, los
delfines del grupo les hacen frente: los atacan con ferocidad
dándoles con todas sus fuerzas cabezazos en el
hígado. Los tiburones ganan fácilmente la partida
de un delfín aislado y debilitado; pero se arriesgan
contra una banda de cetáceos organizada.

La vida en sociedad
facilita también la búsqueda y la captura de las
presas. Los delfines que encuentran un banco de peces lo
rodean inmediatamente, de manera que puedan devorar el mayor
número posible. Los cetáceos tienen una perfecta
técnica de caza, saben conducir a sus futuras victimas a
estrechas bahías donde se ven atrapadas.

La vida en grupo proporciona, además, ocasiones de
intercambio de frases, de informarse mutuamente de la
situación, de pedir asistencia a los otros miembros del
grupo en caso de enfermedad; como cuando un delfín viejo o
herido será sostenido en la superficie por otros dos para
que respire sin cansarse, etc.

3.1.2. La Inteligencia

El delfín tiene muchas facultades que hacen pensar al
hombre en que
éste posee alguna forma de inteligencia.
Se ha intentado reunir pruebas objetivas de las verdaderas
facultades intelectuales
de los delfines.

Una de las facultades del delfín es la de adaptarse
exitosamente a nuevas situaciones. De ser así, es un
sabio, pues logró poblar el 71 por ciento del planeta (es
decir, todos los océanos).

Otra de sus facultades es su habilidad de comunicarse con su
especie, como visto anteriormente.

El peso bruto del cerebro no constituye por si mismo un
indicio; por el contrario, su peso relativo comparado al total
del cuerpo representa un elemento importante. Desde este punto de
vista, el índice cerebral de los delfines es netamente
superior al de, por ejemplo, un chimpancé, y comparable al
del humano. No sólo resulta elevado el peso relativo del
cerebro de los delfines, sino que su encéfalo posee
circunvoluciones muy numerosas, al igual que el nuestro; el
neocórtex, sede de la inteligencia y de los
comportamientos superiores, está sorprendentemente bien
desarrollado.

Si tuviéramos que hablar del "intelectual de los
mares", el titulo recaería en el mayor de los delfines, la
orca. Este animal ha fascinado siempre a los marinos y a los
balleneros.

Antes de disponer de barcos modernos y de cañones
arponeros, le consideraban demasiado listo como para pensar en
inscribirle en su lista de trofeos.

Le llamaban "La ballena asesina", y sabían que no
podían acercarse a ella. Las orcas aprenden muy
rápidamente; por ejemplo, a reconocer los barcos de los
hombres: si ven un cañón en la proa del barco,
huyen.

La inteligencia de los cetáceos parece ser un hecho
real, a pesar de algunas observaciones que pueden inclinar a
algunos científicos a mantener la opinión
contraria.

3.1.3. Ecolocación en delfines

Para obtener información sobre el ambiente, los
delfines emiten sonidos cuya frecuencia oscila entre menos de
2.000 y más de 100.000 Hz. Podemos percibir los que son
audibles para nosotros como una serie de golpecitos, que pueden
darse como sonidos individuales o como una sucesión de
sonidos unidos entre sí. El delfín, y otros
miembros del suborden de los odontocetos, o cetáceos con
dientes, pueden determinar no sólo la distancia y el
rumbo, sino también el tamaño, la forma, la textura
y la densidad de los
objetos. Además, también pueden recibir más
información que nosotros por el mero hecho de alterar el
tono de uno de los golpecitos dentro de la sucesión y,
como cada golpecito que rebota es diferente, puede hacerles
llegar un mensaje diferente. De este modo, una sola
sucesión de ecos produce una compleja imagen mental de
un objeto. Existen al menos cuatro tipos de información en
el eco: la dirección de la cual procede, el cambio de
frecuencia, la amplitud del sonido y el tiempo
transcurrido entre la emisión y el retorno. Mientras el
delfín explore, determina la dirección que siguen
los ecos que regresan y, de este modo, la orientación del
objeto que desea examinar. Los cambios de frecuencia hablan de su
tamaño y su forma. La amplitud del sonido y el tiempo
transcurrido dan indicios sobre la distancia. Sólo
recientemente hemos comenzado a comprender de qué modo se
producen y emiten estos golpecitos y la forma en que el
delfín percibe el eco: las emisiones de los golpecitos
nacen dentro de la cabeza del delfín. Los sonidos se
producen incluso mientras el animal esta bajo el agua, sin
perdida de aire, lo cual sugiere que se recicla dentro de su
aparato
respiratorio. Los costados de la cabeza del delfín y
su mandíbula inferior, que contienen una grasa aceitosa,
son las zonas que reciben el eco. La protuberancia que tiene en
la frente es, probablemente, el lugar donde nacen los golpecitos
para la eco localización. Cuando un delfín viaja,
por lo general mueve la cabeza lentamente a un lado y al otro,
hacia arriba y hacia abajo. Este movimiento es una especie de
exploración global, que le permite al delfín ver un
camino más ancho frente él. Pero si le interesa un
objetivo
pequeño, como por ejemplo un pez en medio del agua oscura,
los movimientos exploratorios de la cabeza se vuelven
rápidos y espasmódicos: Las frecuencias bajas
tienen largo alcance pero no son direccionales, y los golpecitos
de alta frecuencia sirven para investigaciones
de corto alcance y alta definición. A diferencia del
sonido de alta frecuencia, es probable que las vibraciones de
baja frecuencia se reciban primero en el oído interno.
Para poder recibir
e interpretar todos estos ecos, el cerebro del delfín
tiene un lóbulo auditivo mucho más grande que
nuestro cerebro. Desde luego, no hay forma de saber que es lo que
oye el delfín. No podemos imaginarnos cómo se oyen
la forma y la distancia de los objetos. El sistema del
delfín es de una precisión sorprendente y le
proporciona al animal mucha más información que la
que el hombre obtiene con el sonar. Por ejemplo, 'Dolly', un
delfín entrenado por la marina de los Estados Unidos,
es capaz de recoger tres monedas que se echan al mismo tiempo en
tres direcciones distintas; recoge la primera cuando
todavía se está hundiendo, y halla la segunda y la
tercera entre los sedimentos, al cabo de escasos segundos, con
muy poca visibilidad. El lenguaje es la
comunicación de pensamientos y sentimientos. El hombre
es el único ser del reino animal capaz de comunicarse por
medio de patrones específicos orales bien definidos,
así como a través de sus transcripciones escritas.
La cuestión es: ¿existen otros animales, aparte del
hombre, que tengan un lenguaje según lo que nosotros
entendemos?

3.1.4. Comunicación

Sobre la tierra no
hay ningún animal que este equipado con un cerebro
comparable al del hombre. Pero en el mar hay varios mamíferos, incluidas orcas, los cachalotes,
los delfines y las marsopas, cuyos cerebros son, al menos
anatómicamente, similares al del hombre en cuanto a su
tamaño. Son las únicas criaturas de la tierra dotadas
de un sistema nervioso con la capacidad potencial para
desarrollar procesos
superiores de pensamiento.
Los mismos animales, casualmente, poseen la capacidad de producir
una gran variedad de sonidos. No ocurre lo mismo con el perro
(cerebro pequeño, voz limitada), los simios (cerebro
pequeño, voz limitada), el papagayo (voz, pero cerebro
pequeño), y otros. Algunos delfines en cautiverio han
modificado los sonidos que producían para imitar los
silbidos del hombre, quizás intentando establecer una base
para la comunicación entre las especies. Esta
capacidad de manipular los sonidos resulta estimulante, pero no
debemos olvidar que el papagayo también puede imitar los
sonidos humanos y producirlos ante alguna señal. Se han
llevado a cabo experimentos con
la esperanza de demostrar que los delfines se comunican e
intercambian ideas. Se colocaron dos delfines en tanques
adyacentes con un 'teléfono' consistente en un transmisor y un
receptor sumergidos uno en cada tanque. Sin el teléfono,
los delfines no se podían escuchar, pero a través
de él, las vocalizaciones se transmitían de un lado
al otro electrónicamente, y podían mantener una
conversación. No se podían ver. Los delfines
intercambiaban golpecitos y silbidos durante la mayor parte del
tiempo en que el teléfono estaba conectado. Cuando uno
vocalizaba, el otro callaba. Esta conducta parece
indicar que los delfines conversaban, tal vez se comunicaban,
pero el significado de los silbidos sigue siendo un enigma.
Cuando se desconectaba el teléfono, los delfines dejaban
producir una variedad de silbidos y tan sólo
emitían 'silbidos de identificación', que
repetían una y otra vez. Estos silbidos son señales
personales, que se supone permiten que los otros delfines
reconozcan a uno en particular. Las investigaciones recientes han
hecho pensar a muchos científicos que delfines son casi
tan inteligentes como los perros, y por
este motivo creen que la comunicación entre el hombre y el
delfín nunca superará la que existe entre el hombre
y el perro. Sin embargo, otros investigadores siguen creyendo
que, en algún momento, hombres y delfines serán
capaces de comunicarse a un nivel más elevado. Los nuevos
experimentos científicos pueden darnos la respuesta, pero
también puede ser que el hombre esté, en realidad,
solo.

3.2. LAS BALLENAS

Ballena (mamífero), nombre genérico que reciben
los mamíferos marinos que constituyen el orden de los
Cetáceos. Se diferencian del resto de mamíferos en
que pasan toda su vida, desde que nacen hasta que mueren, en el
agua. El término cetáceo se utiliza para nombrar de
forma general a las 78 especies que existen de ballenas, delfines
y marsopas.

3.2.1.  Sentidos e inteligencia

El oído es el sentido más importante de las
ballenas. Se sabe que producen al menos dos tipos de sonidos: los
que intervienen en su sistema de ecolocación y las
vocalizaciones. Es probable que ambos se produzcan como
consecuencia del movimiento del aire al entrar y salir de los
sacos nasales. Los sonidos de ecolocación funcionan como
una especie de sonar biológico, mientras que las
vocalizaciones son las conocidas canciones de las ballenas
parecen ser más bien un medio de comunicación entre
los miembros de la misma especie.

Es muy probable que las marsopas, los delfines y las ballenas
puedan explorar su entorno utilizando ecolocación. Gracias
a este sistema estos animales discriminan con precisión el
tamaño o la distancia a la que se encuentra un objeto.
Para ello, dirigen hacia éste los sonidos producidos en
una zona de la cabeza que, después de rebotar en el
objeto, vuelven hacia el animal y le proporcionan toda la
información necesaria. Como el medio de propagación
de los sonidos es el agua los cetáceos no han desarrollado
un pabellón auditivo externo, elemento muy útil
para el resto de mamíferos terrestres, pues ayuda a
dirigir los sonidos hacia el interior del oído. Es
fácil deducir que la ecolocación es de mayor ayuda
y supone una gran ventaja a la hora de orientarse, navegar o
capturar presas en la oscuridad o en aguas turbias. Por otro
lado, esto no supone que los cetáceos tengan una
visión pobre: por ejemplo, la agudeza visual de la orca
bajo el agua es igual a la de un mamífero terrestre como
el gato. La ecolocación ha sido estudiada sobre todo en el
delfín mular y todavía se discute si la
producción de sonidos similares por parte de otros
cetáceos es un sistema de ecolocación
verdadero.

Algunas especies son solitarias la mayor parte de su vida,
mientras que otras viven en grupos familiares o forman grupos de
cientos de individuos. Las orcas muestran un comportamiento
de cooperación muy desarrollado cuando cazan, lo que
indica que debe haber una comunicación muy activa entre
los miembros del grupo. A pesar de toda la literatura escrita sobre el
lenguaje de los cetáceos y su posible similitud con la
comunicación humana todavía no hay nada probado ni
definitivo.

3.2.2.    El canto de las ballenas, su
comunicación

Las ballenas jorobadas son las cantantes de la familia.
Adoptan una posición vertical con su cabeza hacia abajo al
momento de cantar. Produce ruidos sordos, como el de la octava
más grave del órgano de tubo de una catedral.,
dándole luego paso a gemidos lastimeros y  a un
chillido como el que produce el aire al escaparse e un globo al
estirarle el cuello. Con las notas van construyendo frases y
estribillos, el canto de estas ballenas puede ser el más
largo ( hasta 30 minutos), y e más complejo en el reino
animal. Todas las ballenas jorobadas entonan un canto igual que
va evolucionando constantemente. Su sonido puede viajar
kilómetros y kilómetros en las profundidades. Este
canto es entonado principalmente en la etapa de reproducción de la ballena. Las poblaciones
de jorobadas siguen diferentes rutas migratorias hacia zonas
más cerca de los polos en verano, y hacia aguas más
tropicales en el invierno, donde los gigantes dejan de comer para
concentrarse en el apareamiento. Una hembra dispuesta a aparearse
va acompañada por lo general por un macho, el cuál
la va cortejando. El macho, entonces, reclama a la hembra como
suya y espanta a sus rivales con una estela de burbujas. Esta
competencia puede
llegar, en ocasiones, al extremo de herir al contrincante. Los
contrincantes se chocan entre ellos, haciendo sentir en las
lejanías el retumbar de sus cuerpos al golpearse uno
contra otro. Esta ballena está dando señales de
recuperación en todas las zonas donde habita. Los
especialistas han analizado las frecuencias, los ritmos y la
armonía, así como la forma en que los temas cambian
año a año y varían de una población a la siguiente. Sin embargo,
nadie conoce todavía el significado de estas intricadas
arias. Lo que sí se sabe es que hay jorobadas en todos los
océanos.

Estas pertenecen a la familia de las ballenas barbadas. Las
hembras adultas, que poseen un tamaño mayor al del macho,
llegan a pesar 40 toneladas y medir 15 metros. Estas ballenas
prefieren las aguas poco profundas, con frecuencia cercanas a las
playas, y se encuentran entre las ballenas más sociables y
más activas fuera del agua.. En consecuencia se sabe
más sobre ella que sobre cualquier otra ballena de gran
tamaño, aunque todavía queda mucho para
aprender.

Se puede describir a las ballenas jorobadas como juguetonas.
Además de saltar, golpean frecuentemente el agua con la
cabeza, las aletas o la cola. Batir el agua de esa forma puede
ser una forma de comunicación, como cantar Por otro lado
podría ser una expresión exaltada de
frustración y esperanzas escondidas bajo el agua.

3.3. ECOLOCALIZACIÓN EN CETÁCEOS

Los cetáceos, al igual que otros vertebrados y algunos
invertebrados, como por ejemplo las polillas (orden Lepidoptera),
han desarrollado a lo largo de su evolución un sofisticado sistema sensorial
denominado eco localización, consistente en la
emisión de ondas sonoras en el agua que el animal termina
recogiendo en forma de ecos y analizándolos en el
cerebro.

La mayoría de las llamadas vulgarmente "ballenas con
dientes" (suborden Odontoceti) presentan ecolocalización;
principalmente delfines, orcas y calderones (familia
Delphinidae), marsopas (familia Phocoenidae), cachalotes (familia
Physeteriidae), delfines fluviales (familias: Iniidae,
Platanistidae y Pontoporiidae), narvales y belugas (familia
Monodontidae) y algunas de las llamadas "ballenas con barbas"
(suborden Mysticeti), como los rorcuales (familia
Balaenopteridae), presentan este sistema sensorial

Los sonidos utilizados en la ecolocalización por estos
mamíferos consisten en cortas emisiones de "clicks" agudos
repetidos a diferentes frecuencias. Los "clicks" de baja
frecuencia tienen un alto poder de penetración y pueden
recorrer largas distancias; éstos son reflejados por
estructuras y el animal puede obtener información de la
topografía circundante. Por el contrario,
para localizar presas cercanas emiten "clicks" de alta
frecuencia, inaudible por los humanos. Por ejemplo, el
delfín mular o delfín de nariz de botella (Tursiops
truncatus), el cetáceo mejor estudiado, estrella
indiscutible de los delfinarios, se sabe que emite "clicks" a
frecuencias comprendidas entre los 15 y 130 KHz, mientras que la
orca (Orcinus orca) emite "clicks" a una frecuencia media de 14
KHz.

Los "clicks", silbidos y "chillidos" de los cetáceos
son producidos y modulados al hacer pasar aire a través
del conducto respiratorio (que en estos animales está
separado del tracto digestivo) y de los sacos aéreos
asociados al mismo mientras el espiráculo permanece
cerrado. La frecuencia de estos "clicks" es regulada por
contracciones y relajaciones de la musculatura asociada al tracto
respiratorio y a los sacos aéreos.

En los cetáceos odontocetos (delfines, orcas,
calderones, marsopas, cachalotes, etc.) una estructura, el
melón, rellena de espermaceti o "esperma de ballena"
(sustancia de naturaleza lipídica), situada en la frente
de estos animales y ausente en las llamadas "ballenas con
barbas", interviene en la ecolocalización proyectando y
dirigiendo las ondas producidas hacia el frente; pero la pregunta
que podríamos plantear a los cetólogos llegado este
momento sería: ¿qué órgano o
estructura, análoga al melón de los cetáceos
odontocetos, es el responsable de proyectar estas ondas en los
rorcuales puesto que carecen de dicho órgano?.

En los cetáceos estas ondas son recogidas
principalmente por la mandíbula inferior, rellena de
grasa, transmitiendo las señales sonoras a los
oídos internos (el canal auditivo está reducido o
bloqueado en la mayoría de los grupos). Cada oído
recoge independientemente las señales acústicas,
que protegidos por una estructura ósea y embebidos en una
solución lipidica, envía la información en
forma de señales eléctricas a la corteza cerebral
donde el animal elabora un "dibujo" mental
del objetivo (presa u objeto) o bien de los alrededores.

Los mecanismos neurofisiológicos mediante los cuales
las ondas sonoras recogidas por el animal en forma de ecos son
transformadas en impulsos eléctricos que viajan desde la
cóclea, en el oído interno, hasta la corteza
cerebral, han sido bien estudiados en murciélagos (orden
Chiroptera) pero en cetáceos todavía plantea
grandes interrogantes, aunque algunos zoólogos sostienen
que deben seguir un mismo patrón fisiológico en
todos los vertebrados que presentan ecolocalización.

Los cetáceos producen una rica variedad de
vocalizaciones de baja frecuencia y perfectamente audibles por
los humanos, diferentes a los sonidos empleados en
ecolocalización y que estos mamíferos utilizan para
comunicarse entre ellos.

Recientemente se ha sugerido un distinto uso de las ondas
sonoras emitidas por los cetáceos. Esta nueva
hipótesis se ha
desarrollado como una posible explicación a los
hábitos alimenticios observados en el cachalote (Physeter
catodon): al analizar el estómago de algunos ejemplares
capturados o encontrados varados en playas se ha visto que los
calamares gigantes de los que se alimentan estos grandes
cetáceos no presentaban cicatrices debidas a los dientes
del animal, y lo que es más asombroso, algunos de ellos
estaban vivos; ¿utilizan los cachalotes explosiones
poderosas de sonido para dejar atónitas a sus enormes
presas y poderlas así capturar? Esta hipótesis ha
sido bautizada por algunos investigadores con el nombre de
"segunda teoría del Big – Bang", considerándola
como un subproducto de la ecolocalización.

No es fácil obtener las pruebas necesarias que
corroboren esta hipótesis debido a la dificultad existente
para reproducir el sonido exacto que emiten estos cetáceos
durante la caza de presas, además de las muchas
complicaciones que conlleva la realización de estudios
detallados sobre el comportamiento de estos mamíferos en
su medio natural. No obstante, algunos investigadores aseguran
haber escuchado sonidos similares a los producidos al disparar un
arma de fuego, en delfines que estaban siendo estudiados en
altamar.

En cautividad, se ha observado que estos animales no producen
ningún tipo de sonido fuerte debido a que el eco producido
al chocar las ondas emitidas por el animal contra las paredes del
acuario podría dañarle los oídos.

4. MAMÍFERO
VOLADOR CON UN SISTEMA MUY ESPECIAL

4.1. Los murciélagos

La mayoría de nosotros, al pensar en
murciélagos, tenemos visiones de Drácula y los
vampiros. En un ambiente tenebroso, entre rayos y el siniestro
ulular del viento, estos seres misteriosos añaden su
lúgubre presencia en el ambiente de los cuentos de
terror, haciendo cosquillear de pánico
nuestra imaginación. Sin embargo, la realidad es muy
distinta: la mayoría de sus 850 especies están
entre los animales más útiles al hombre.

El animalito es objeto de pánico o repulsión por
parte de la mayoría del género
humano. Y es que recién los científicos dedicados a
su estudio han logrado comprender el importantísimo papel
que representan en la ecología de nuestro
medio
ambiente, encontrando datos que han
permitido encontrar la maraña de mitos tejidos
alrededor del murciélago.

Entre las creencias populares, se dice que los
murciélagos son animales torpes y casi ciegos, sucios y
agresivos, así como transmisores de peligrosas enfermedades, lo cual es
falso. Pero su famosa adaptación sonar -o sistema de
ecolocación- les permite volar y cazar con
increíble pericia, sin correr el riesgo de chocar
con árboles, paredes o inadvertidas
personas.

Los murciélagos, ya que dependen de sus alas para
sobrevivir, se limpian escrupulosamente. Son animales
dóciles e inteligentes, y generalmente inofensivos para el
hombre.

Desde hace muchos años, lo que más ha llamado la
atención de estos animales ha sido su
peculiar sistema de orientación, basado en la
ecolocalización, el mismo principio en que se inspiran
nuestros sonares: emitiendo sonidos y recogiéndolos
después de rebotar en presas y obstáculos, el
murciélago es capaz de volar y cazar sin vacilación
incluso en la más tenebrosa y negra de las noches.

La ecolocación en los murciélagos consiste en la
orientación por medio del eco de los sonidos que
previamente emiten los animales. Son los llamados ultrasonidos y
para poder emitirlos, los murciélagos disponen de una
laringe de fuerte musculatura y de unas cuerdas vocales muy
desarrolladas.

Los murciélagos utilizan emisores y receptores de
ultrasonidos tal como un avión de combate utiliza su radar
para adquirir un objetivo. Específicamente, los
ultrasonidos son vibraciones acústicas cuya frecuencia
está por encima del límite perceptible por el
oído humano (aproximadamente 18 KHz).

En su vuelo lanzan pequeños impulsos de ultrasonidos
que van rebotando en las diferentes superficies que encuentran en
su camino, pudiendo de esta forma tener una imagen tridimensional
de su entorno.

Además, gracias a los cambios de frecuencia de la
señal enviada y el tiempo que transcurre desde la
generación de la señal hasta su recepción,
pueden saber si el objeto está en movimiento, hacia
dónde se mueve o de qué material está echo,
ya que cada superficie refleja los impulsos de ultrasonidos de
manera diferente.

Así, clasificando los contactos que recibe por tipo,
tamaño, velocidad, etc., puede saber si lo que tiene
delante es un árbol, un depredador, o una presa.

Su extraña cara y desproporcionadas orejas son
modificaciones para su sistema de "sonar". Muchos
murciélagos tienen una extraña "proboscis" en la
punta del hocico, en forma de hoja levantada. La utilizan para
dirigir el agudo sonido que emiten. La onda sonar, al rebotar en
un objeto, regresa, y con sus adaptaciones especiales en las
orejas es recogida con precisión, indicándoles
donde está su presa o algún obstáculo en la
oscuridad de la noche.

Este sistema está particularmente desarrollado en los
murciélagos que se alimentan de insectos, lo cual les
permite perseguirlos en fantásticas maniobras
acrobáticas de vuelo.

La ecolocalización es un método de
percepción sensorial por el cual ciertos animales se
orientan en sus ambientes, detectan obstáculos, se
comunican entre sí y encuentran comida. 

Durante la ecolocalización un animal emite una serie de
sonidos cortos y chillantes. Estos sonidos viajan fuera del
animal y luego rebotan sobre los objetos y superficies en su
camino formándose un eco. El eco vuelve al animal,
dándole una noción de lo que se encuentra en su
camino.

Hace 200 años Spallanzani descubrió que los
murciélagos volaban en oscuridad total, esquivando incluso
finos y tirantes hilos que les colocaba en una habitación.
Recién en 1920 alguien sugirió que utilizaban
sonidos ultrasónicos y en 1938 un estudiante de Harvard
pudo escuchar los sonidos que usan para la ecolocalización
por primera vez.

Los murciélagos pueden ver muy bien, pero su
visión necesita algo de luz, así
que no podrían ser capaces de encontrar sus presas en la
noche sólo con sus ojos. Resolvieron este problema usando
un sofisticado sistema de ecolocalización de alta
frecuencia.

Emitiendo una serie de ultrasonidos que tanto barren
frecuencias altas y bajas o varían alrededor de una sola
frecuencia, los murciélagos pueden distinguir objetos y
presas y de ese modo evitarlos o capturarlos. Pueden determinar
así el tamaño de un objeto, su forma,
dirección, distancia y movimiento.

El sistema de ecolocalización de algunos
murciélagos es tan preciso que pueden detectar insectos
del tamaño de un mosquito y objetos tan finos como un pelo
humano.

El murciélago produce un sonido con su laringe
(esencialmente igual a la humana, pero más grande en
relación al tamaño del murciélago) y los
modifica con extrañas formaciones en su boca y nariz.
Cuando los ecos retornan, alcanzan sus tímpanos que
cambian el sonido en vibraciones hacia los huesos del oído
interno e informan al cerebro sobre los ecos recibidos.

Las enormes orejas de algunos murciélagos ayudan a
atrapar los sonidos, aumentando su capacidad auditiva.

Los científicos están investigando más
sobre el uso de la ecolocalización en murciélagos
para así poder ayudar a los ciegos a detectar objetos con
la ayuda del sonido.

Los ecos de los murciélagos de orejas largas son tan
leves como el ruido de las teclas de una máquina de
escribir. 

Los murciélagos pipistrelos emiten sonidos fuertes como
una alarma. Sin embargo los noctúlidos tienen el
sonido mas fuerte, comparable al del motor de un
jet. 

Sin embargo, la mayoría de nosotros no puede
oírlos!! Estos sonidos están por arriba del umbral
más alto de escucha de nuestro oído.

4.3. Sonar pasivo y activo

  • El propósito del SONAR PASIVO es la captación
    de los sonidos emitidos por objetos sumergidos facilitando la
    información precisa para obtener la dirección del
    objeto, analizar su movimiento y posibilitar su
    identificación.
    Un moderno sistema de sonar pasivo está formado
    esencialmente por tres subsistemas especializados dedicados
    respectivamente a:

– Captación de la señal acústica.

– Proceso de la señal.

Lectura y
medición de la señal procesada.

  • El SONAR ACTIVO basa su funcionamiento en la
    detección del eco devuelto por un objeto sumergido al
    incidir sobre él un tren de ondas acústicas
    emitidas por un proyector, con el propósito de detectar
    objetos sumergidos y obtener información de su
    dirección, distancia y analizar su movimiento.
    Los sistemas de
    SONAR activo actuales tiene también capacidad de
    funcionar como SONAR pasivo con ciertas limitaciones impuestas
    por la superior dureza del transductor y el margen más
    estrecho de frecuencias que es capaz de recibir.
    Un sistema moderno de SONAR activo esta compuesto esencialmente
    de los siguientes subsistemas:

– Base acústica.

Selección
y conmutación.

– Emisor.

– Receptor.

– Lectura y medición de la señal recibida.

Analizando el funcionamiento de estos sonares observamos como
la ecolocación de los cetáceos y murciélagos
funciona al nivel de un Sonar activo. Mientras que su aguda
percepción acústica funciona a nivel de un Sonar
pasivo.

5. Los mensajes
sísmicos de los elefantes

Hace ya muchos años que se conoce la capacidad de los
animales para detectar temblores de tierra, pero hasta hace muy
poco, los científicos no la habían estudiado
seriamente. Recientes descubrimientos ponen de manifiesto que
algunos animales no solamente son capaces de detectar las ondas
sísmicas de origen natural, sino que incluso ellos mismos
pueden emitir y percibir vibraciones capaces de transmitirse
rápidamente a lo largo de decenas de kilómetros, lo
que constituye, sin duda, un medio de comunicación muy
eficaz.

5.1. Aprovechando las ondas sísmicas

Los primeros animales de los que se supo que podían
detectar y utilizar las ondas sísmicas en provecho propio
fueron los elefantes marinos. En 1992, se demostró que
estas enormes focas, que pueden alcanzar hasta 2.300 kg de peso,
se sirven de las ondas sísmicas provocadas por los
movimientos de sus cuerpos en las playas para detectar la
presencia de otros individuos de su misma especie. Desde
entonces, mamíferos de hábitos subterráneos, como los topos dorados y las
ratas canguro, algunos anfibios y diversas especies de insectos,
escorpiones y otros artrópodos han mostrado ser unos
maestros de la comunicación sísmica, siendo capaces
de detectar el más mínimo movimiento del suelo bajo sus
pies y aprovechando esta información en su propio
beneficio.

La extrema sensibilidad de los órganos receptores de
vibraciones es, en la mayoría de los casos, sorprendente.
Así, el biólogo alemán Hansjochem Autrum
estudió los órganos que usan las cucarachas para
detectar las vibraciones, situados en la parte superior de sus
tibias, justo por debajo de las rodillas, y descubrió que
eran capaces de registrar ondas sísmicas con una amplitud
tan pequeña como 10-9 cm.

Esto es una longitud inconcebiblemente pequeña,
equivalente a la décima parte del diámetro de un
átomo
de hidrógeno. Sin embargo, las cucarachas son
capaces de detectar esta mínima perturbación del
suelo donde pisan, que casi invariablemente suele estar provocada
por la presencia de un depredador, y correr a ocultarse en sitio
seguro.

Los experimentos más espectaculares en este campo han
sido los realizados recientemente por el equipo de Caitlin
O´Connell-Rodwell con los elefantes. Se podría
pensar que un animal tan bien conocido por todos nosotros como el
elefante, que ya describían los antiguos griegos en sus
historias naturales, y que suele aparecer casi todos los
días en los documentales de nuestros televisores, no
tendría muchos secretos que esconder. Sin embargo, la
observación de la naturaleza no cesa de
proporcionar sorpresas a quién sabe buscarlas con interés.
La criatura más familiar puede resultar ser un completo
enigma.

5.2. Gritos en el aire y ondas en la tierra

Desde hace un cuarto de siglo, sabemos que los elefantes
utilizan

para comunicarse a larga distancia gritos infrasónicos,
potentes llamadas emitidas en un tono tan grave (alrededor de 20
Hz), que la mayoría de los humanos. Cuánto
más grave sea el sonido, más eficazmente se
transmite por el aire, perdiendo menos cantidad de energía
con la distancia. Sin embargo, estas llamadas aéreas
tienen también sus inconvenientes. Su alcance depende de
una serie de condiciones ambientales, como el tiempo
atmosférico, la distribución de la vegetación, la altura a la que se encuentre
el elefante emisor, la hora del día, los gradientes
verticales de temperatura, y
la dirección y velocidad del viento. La dispersión
y la reflexión de las ondas sonoras debida a las paredes
rocosas, los grupos de árboles e incluso a otros grandes
animales provoca también que la relación
señal/ruido disminuya a lo largo del camino entre el
emisor y los posibles receptores, haciendo que esta forma de
comunicación, en principio eficaz, esté sometida a
variaciones ambientales que disminuyen su utilidad.

Pero, entre 1992 y 1997, la bióloga Caitlin
O´Connell-Rodwell (actualmente en la Universidad de
Stanford), estudiando los elefantes africanos en estado
salvaje, en el Parque Nacional de Etosha (Namibia),
descubrió un hecho insólito. Todos los elefantes
que emiten una llamada acústica infrasónica
originan simultáneamente una onda sísmica de la
misma frecuencia de alrededor de 20 Hz, que se transmite a lo
largo del suelo. La onda sísmica emitida posee las mismas
características en modulación y en frecuencia que
la onda sonora, es decir, ambas formas de comunicación
contienen el mismo mensaje.

Curiosamente, el intervalo de frecuencia elegido por los
elefantes para comunicarse es el óptimo posible para un
mensaje sísmico. Si la frecuencia fuera menor, el ruido de
fondo sísmico existente de forma natural en la tierra
interferiría con el mensaje a transmitir, mientras que a
frecuencias mayores, las ondas sísmicas perderían
demasiada energía a lo largo de su trayectoria, y no
llegarían muy lejos. Existe una estrecha ventana, entre 10
y 40 Hz, en la cuál la transmisión de mensajes
codificados en forma de ondas sísmicas es óptima, y
ésta es la que emplean los elefantes para su
comunicación. La eficacia de la transmisión de las
ondas sísmicas depende de ciertas condiciones, como la
composición y homogeneidad del suelo, la presencia de
fluidos en los suelos de
carácter poroso, o la presencia de
presiones diferenciales de origen tectónico. En
condiciones habituales, sin embargo, un mensaje sísmico
puede transmitirse de manera eficaz durante más de 50 km,
mucho más lejos que un mensaje que viaje por vía
aérea que, en el mejor de los casos, puede alcanzar unos
25 km. Los elefantes se aseguran de que sus mensajes lleguen
hasta sus destinatarios emitiéndolos
simultáneamente en sus dos formatos, sísmico y
aéreo.

5.3 Detectando las ondas sísmicas

Por supuesto, no es suficiente con que un individuo sea capaz
de emitir el mensaje. Al fin y al cabo, cualquiera de nosotros
puede originar una onda sísmica, golpeando el suelo de
forma periódica. Para que se establezca
comunicación, es necesario que los receptores hayan
desarrollado mecanismos para detectar las ondas sísmicas y
para entender los mensajes que contienen. Si observamos una
manada de elefantes al natural, nos daremos cuenta de un hecho
curioso. De vez en cuando, y especialmente cuando hay otro grupo
de elefantes en las cercanías (aunque éste sea
invisible para nosotros), los elefantes más viejos
levantan completamente una de sus patas delanteras y apoyan la
otra firmemente en el suelo, permaneciendo así
inmóviles y en absoluto silencio, durante algunos minutos.
Sin duda, están recibiendo mensajes sísmicos a
través del miembro que permanece inmóvil en tierra,
del mismo modo que nosotros acercaríamos la oreja a una
vía de ferrocarril y escucharíamos atentos para
detectar si se aproxima un tren, o cuando creemos escuchar un
sonido lejano y hacemos pantalla con la mano en uno de nuestros
oídos, con el fin de determinar mejor la distancia y la
dirección de procedencia del sonido. Los elefantes deben
poseer algún tipo de receptor para las ondas
sísmicas en las plantas de sus
patas delanteras. De hecho, se han descubierto corpúsculos
sensibles a la presión en determinadas zonas de la trompa,
pero los elefantes no parecen emplear la trompa para captar los
mensajes sísmicos. El grupo de O'Connell-Rodwell
está investigando en la actualidad para encontrar este
tipo de detectores de ondas sísmicas en las patas de los
elefantes.

Las ondas sísmicas podrían también ser
transmitidas mediante conducción a través de los
huesos del esqueleto del elefante, desde la planta de las patas
hasta llegar al oído medio. Según la Dra.
O'Connell-Rodwell, "el oído medio del elefante es un
carácter primitivo, que remitió a un estado
ancestral para poder detectar las bajas frecuencias. El elefante
tiene un malleus (o martillo) hipertrofiado, lo cuál
podría ser un signo de que usa la conducción de
ondas a través de los huesos. El topo dorado, que en un
reciente estudio ha demostrado estar relacionado
filogenéticamente con el elefante, también tiene un
malleus hipertrofiado, y utiliza exclusivamente las ondas
sísmicas para oir".

5.4. Descifrando el idioma sísmico de los
elefantes

Pero, ¿qué tipo de mensajes se envían los
elefantes? El equipo de O´Connell-Rodwell no sólo ha
comenzando a entender estos mensajes, sino que incluso ha
utilizado un generador artificial de ondas sísmicas
¡para enviarles mensajes a algunos individuos, que han sido
perfectamente recibidos y entendidos! Estamos comenzando a
comprender el lenguaje sísmico de los elefantes y, en
cierto sentido, empezamos a comunicarnos con ellos en su propio
idioma. Los biólogos ya han llevado a cabo algunos
progresos para entender el idioma de gritos agudos que usan los
delfines. En realidad, los avances en este sentido han resultado
ir más lentamente de lo esperado, hasta el punto de que
John Lilly, experto en este tema, es de la opinión de que,
si bien el hombre no es capaz de entender el complicado lenguaje
de los delfines, sí que podría ser posible que los
delfines pudieran aprender el lenguaje del hombre. El grupo de
O´Connell-Rodwell está haciendo el mismo trabajo con
las vibraciones de los elefantes. Por ahora, se sabe que se
pueden comunicar saludos, mensajes de alarma, o sugerencias como,
por ejemplo, "vámonos". Presumiblemente, se pueden
identificar también de este modo individuos concretos,
como si cada elefante poseyera su propia firma sísmica
personal, que
serviría para reconocerse mutuamente a gran distancia. Los
elefantes no necesitan tener a sus amigos y parientes a la vista
para saber que están bien, ni necesitan de
teléfonos móviles para enviarse saludos.

Los biólogos grabaron algunos mensajes acústicos
de los elefantes, los convirtieron electrónicamente en
señales sísmicas, y se las enviaron a un grupo de
elefantes africanos residentes en una instalación
turística en Zimbabwe. Los elefantes entendieron
perfectamente los mensajes y reaccionaron en consecuencia. Las
hembras parecen ser mucho más receptivas que los machos, y
las hembras mayores reaccionan a las señales más
intensamente que las hembras jóvenes. Desde hace mucho
tiempo se sabe que las hembras de edad avanzada son las
encargadas de dirigir la manada, utilizando para ello su inmensa
memoria (la
proverbial memoria de elefante es uno de los pocos mitos
populares sobre animales que ha encontrado confirmación
científica). Las hembras van almacenando a lo largo de su
vida información sobre las características
geográficas de su región, la localización de
las fuentes de
agua, las zonas donde suele haber más alimento, o
dónde suele llover más abundantemente en cada
época del año. Es lógico que sean
también las principales encargadas de recibir los mensajes
enviados por otros elefantes y actuar en consecuencia.

5.5. Otros usos de las ondas

Los elefantes no sólo detectan los mensajes
sísmicos procedentes de otros elefantes. Se ha comprobado
que, cuando estalla una tormenta en Angola, los elefantes del
Parque Etosha, a 200 km de distancia, en Namibia, comienzan a
desplazarse inmediatamente hacia el norte en busca de agua.
Seguramente, han detectado las vibraciones en el suelo producidas
por la caída de los rayos, y han aprendido que ese tipo de
mensajes sísmicos significa abundancia de agua. Los
elefantes poseen una capacidad para interpretar su medio ambiente
mucho mayor de lo que pensábamos.

Se especula con la posibilidad de que la comunicación
sísmica pueda tener importancia para el comportamiento
reproductivo de los elefantes. Los machos adultos suelen llevar
una vida solitaria, mientras que las hembras y los jóvenes
se agrupan en manadas. Es importante para los machos detectar la
presencia de hembras en los alrededores dispuestas a
reproducirse. Es posible que existan llamadas sísmicas
emitidas por estas hembras que puedan ser detectadas por los
machos, aunque esta teoría aún no se ha confirmado
experimentalmente. Sin embargo, según la Dra.
O'Connel-Rodwell, "la incapacidad de los machos para detectar
sísmicamente las llamadas de las hembras, probablemente no
impediría el apareamiento, ya que, presumiblemente, la
detección de las llamadas aéreas es muy
efectiva"

6. Nosotros no
logramos escucharlo…¿Podrán
ellos?

Figura 3: Frecuencias que logran captar
diversos mamíferos y el saltamontes

Bibliografía utilizada:

– A. W. Ambler, National Audubon Society, 1980

-Cabrera Latorre, Ángel et al. Historia Natural.
Océano – Instituto Gallach (ed.). Vertebrados, vol.
1, pp: 115 – 121, Barcelona, España.

-Castro, P. & Huber, M.E. Marine Biology. Mc Graw – Hill
(ed.). Life in the Marine Environment, pp: 185 – 187.
Boston.

-Jiang, Jack, MD., Lin Emily, MD. Fisiología de las cuerdas vocales.
Clínicas de Norteamérica de
Otorrinolaringología. Agosto 2002,33:4:647-665.

Páginas web: – http://canales.laverdad.es/cienciaysalud

                     
– otras

Fecha de realización: Agosto
del 2004

 

 

 

 

 

Autor:

Germán Ghio

Partes: 1, 2
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